DESCUBRE LA APASIONANTE PEREGRINACIÓN DEL SANTO GRIAL

La literatura y más tarde el cine han contribuido a extender una de las historias más atrayentes de la cristiandad: la pervivencia en nuestro tiempo de la copa que Jesucristo sostuvo entre sus manos en la última cena. Y San Juan de la Peña ha tenido un papel protagonista en los avatares en los que se ha visto envuelto el cáliz a lo largo de los tiempos.

Durante más de tres siglos permaneció oculto en el Monasterio de San Juan de la Peña. El que ahora guarda la Catedral de Valencia parece ser el más verosímil de los muchos que pueblan la literatura, la ficción, la fantasía. Precisamente, la acepción de Grial en lugar de Cáliz de la Santa Cena viene dada por la literatura y posteriormente por el cine. Según recoge la escritora y doctora en Literatura Española Janice Bennett, desde el punto de vista de la filología, el nombre original se asociaría a la sierra de Gratal, lugar en el que se localizaba uno de los primeros monasterios donde estuvo custodiado hasta que fue trasladado a San Juan de la Peña.

El viaje comenzó hace 2.000 años en Jerusalén en el momento en que San Pedro, el primer Papa, llevó la copa a Roma. Cuando el emperador Valeriano comenzó a perseguir a los cristianos, allá por el año 257, se trasladó a Huesca porque su seguridad ya no estaba garantizada en Roma. El entonces el Papa Sixto II encomienda su custodia a su archidiácono Lorenzo, quien lo envía con un grupo de cristianos a su ciudad natal Osca (Huesca) antes de morir martirizado en agosto del año 258. La primera etapa española del Santo Grial podría situarse en la ermita de Loreto, situada a unos tres kilómetros de Huesca. Se dice que en el año 553, la sagrada copa pudo trasladarse a la Iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, construida por el obispo Vicencio para guardarla. Aquí pudo permanecer hasta el año 711.

En el siglo VIII las invasiones sarracenas obligaron al obispo de Huesca a trasladarse al Pirineo. Allí recorrió diferentes espacios sagrados que constituyeron verdaderos refugios como la cueva ermita de Yebra de Basa, en la comarca del Alto Gállego o el monasterio de San Pedro de Siresa. Aquí pudo permanecer del 815 al 831. En el siglo XI se piensa que estuvo en la iglesia de San Pedro de la Sede Real de Bailo, hoy se la conoce con el nombre de San Fructuoso; también pudo estar en Santa María de Sasabe, hoy San Adrián. Después estuvo en la catedral de Jaca y finalmente llegó al monasterio de San Juan de la Peña, donde fue custodiada por los monjes hasta el año 1399. Un documento del año 1071 puede hacer referencia a él al mencionar “un precioso cáliz de piedra”.

Es muy complicado verificar estas primeras etapas puesto que no es hasta 1399 cuando aparecen registros más confiables. Y esto sucede porque el cáliz comenzó a formar parte del relicario real del rey de Aragón Martín I, el Humano.

Tras la llegada al trono de Alfonso “el Magnánimo” en 1416, el relicario se trasladó a Valencia y posteriormente fue entregado a la Catedral de la ciudad como parte del pago de una deuda. Ya en Valencia sufrió dos “exilios”. El primero durante la guerra de la Independencia, entre 1809 y 1813. Huyendo de los invasores napoleónicos, viajó por Alicante e Ibiza hasta Palma de Mallorca. El segundo, durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, cuando permaneció oculto en el valenciano pueblo de Carlet.

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